Engordas por los sesgos cognitivos

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La adaptación hedónica

El hedonismo es la doctrina filosófica que propone que el objetivo de la vida debe ser la búsqueda de placer, evitando todo posible sufrimiento.

Esta doctrina surge en Grecia y su principal representante fue el filósofo Epícuro. Hasta aquí la lección de filosofía y de historia.

Este es un sesgo cognitivo que nos pasa a todos los humanos. La adaptación hedónica consiste en que una vez hemos saciado un deseo, perdemos el interés rápidamente y pasamos a otra cosa.

No importa lo que compremos o cuantas cosas compremos, una vez las tenemos ya estamos pensando en otras. Un niño quiere una cosa. Cuando la tiene, ya no la quiere y quiere otra.

Esto apple lo sabe muy bien. Te pillas el último iphone. Es lo mejor que ha construido el ser humano. Sale el nuevo iphone. Tu iphone (con solo unos meses) es la mayor mierda construida por el hombre. Eso es así, y lo sabes.

¿Y esto que tiene que ver con mis objetivos fitness? Buena pregunta querido oyente. Pues tiene que ver mucho. Porque es una característica humana.

Quien no ha dicho alguna vez: «es que necesito apuntarme al gym». Te apuntas y «claro, necesito las Nano X, o las adipower». Si eres mas de nike necesitarás las medcon X o las Romaleos.

Ya tienes las zapatillas chulas. Pero sin guantes a donde voy. Necesito unos guantes buenos sino no voy a poder dar lo mejor de mi. Te pillas los guantes.

Necesito unos auriculares bluetooth 4.2 con tecnología… Necesito, necesito, necesito. Necesitas un guantazo con la mano abierta. !Entrena y cállate!

Y si entrenas en casa aun es peor. Aparte de todo lo anterior, «necesitas» todas las máquinas y aparatos del gimnasio al que no quieres ir por que es muy caro. Otro guantazo.

Yo ahora mismo entreno en mi garaje. Solo tengo una comba para saltar de 2$, un TRX (de otra marca) de 12£ y un saco lleno de arena que le puedo poner entre 5 y 35 kilos.

Y esa es la única forma de frenar la rueda hedónica. Disfrutar de lo que tienes, valorarlo y preguntarte si de verdad serás más feliz con eso que crees necesitar.

Eh! que puede que sí que lo seas. Puede que si que lo necesites de verdad. Que esto del minimalismo es lo que está de moda entre los influencers. Pero ni tú ni yo somos influencers.

Bueno, tú no sé. yo no lo soy. Ni influencer, ni minimalista.

Lo que quiero decir es que entrenes con lo que tengas. Si lo puedes mejorar, perfecto. Sino puedes, pues te callas y haces lo que puedas. Siempre será mejor que nada.

La parte buena de la adaptación hedónica

Algo bueno debe de tener. y lo bueno es que esto va en los 2 sentidos. Nos adaptamos tanto a las cosas buenas como a las malas.

Y esto que parece malo, no lo es. Ranginui no lo quiera (es el principal dios Maori, padre cielo) que tienes un accidente y pierdes un brazo o una pierna.

Al principio piensas que tu vida ya no tiene sentido y que para ti todo se acabo. Pero por la adaptación hedónica, poco a poco vuelves a donde estabas.

Vuelves al mismo nivel de satisfacción-insatisfacción (según toque). Y poco a poco sigues con tu vida. Si es comprando alguna cosa, con algo más. Si es perdiendo un brazo, con algo menos.

Es una ayuda evolutiva para hacernos seguir adelante. Solo tenemos que aprender a controlarla a nuestro favor. Y que otros no la controlen haciéndonos comprar o hacer cosas que no necesitamos, no queremos o no nos hace ningún bien.

La indefensión aprendida

Este sesgo cognitivo se refiere a una condición animal, no solo humana. Se trata de alguien que ha «aprendido» a ser pasivo y a tener la sensación de que no puede hacer nada ante una situación mala.

Esto pasa cuando se prueba algo y no funciona. Aunque tengas otras formas o existan formas de cambiar esa situación que te angustia. Tú no haces nada.

Esto se suele ver en perros maltratados. No se defienden, no intentan escapar. Han «aprendido» a no defenderse, ha aceptar lo que les viene y no lo intentan cambiar.

Cuando alguien cae en la indefensión aprendida se ve de tres formas distintas: motivacional, emocional y cognitiva.

Al principio, poco a poco deja de intentar cambiar eso que le angustia. Hasta el punto de no haber ninguna respuesta. Falta total de motivación.

Puede tener algún desorden algo más serios como tener estados de ansiedad o algún tipo de depresión. Desordenes emocionales.

Y llegado a un punto más serio puede llegar a ni siquiera ver soluciones que están a su alcance. Déficit cognitivo. No ves claramente la realidad a tu alrededor.

¿Y esto que tiene que ver con mis objetivos fitness? Otra buena pregunta querido oyente. Pues es tan fácil como el que ha probado alguna dieta y no le funciona. O el que ha empezado en el gimnasio y no ve resultados.

Si después de eso no buscas algo mejor, algo distinto o algo que se adapte más a ti. Y solo haces quejarte y pensar que «tú» no puedes cambiar. Otros sí, pero «tú» no. Eso es indefensión aprendida.

En ese caso solo se puede intentar ayudar a esa persona. Desde la parte que me toca, intentando motivarte a no abandonar. Si algo no funciona, se sigue intentando.

Pero sobre todo acompañándote para que no te vengas abajo y pienses que no puedes cambiar, que no puedes conseguir tus objetivos.

Y enseñándote que no solo hay un camino. No solo hay una forma de hacer las cosas. Hay que intentarlo hasta conseguirlo. Intentar algo nuevo, algo diferente, algo distinto.

Motivación, apoyo emocional y mostrar vías nuevas que no ves a simple vista. Siempre hay un camino aunque no sea fácil.

La falacia de la autoindulgencia

Este último sesgo cognitivo es el que más me gusta. Es uno que si que toca directo al mundo del fitness. Así que no hace falta que me preguntes. Ya te respondo yo.

La autoindulgencia consiste en que nos permitimos a nosotros mismos cosas que objetivamente no nos merecemos. Sobreestimamos lo que hacemos.

Ejemplo. Lo que tú piensas: Hoy he entrenado duro. Me merezco un caprichito.

La realidad: 30 minutos en el gym, 15 para cambiarte, 5 para meter la clave del wifi, en los descansos de 60 segundos entre series te pasas 3 minutos con el Waths up.

El caprichito es apretarte una pizza familiar de bacon y de postre un litro de helado «a cara perro».

Otro ejemplo. Como es fin de semana me merezco un caprichito. Llevo toda la semana comiendo solo ensaladas.

Pero la realidad es que solo te comiste una ensalada, y era con más salsa que lechuga. El caprichito es meterte entre pecho y espalda un kebab con patatas fritas y media docena de donuts pantera rosa. Y tu fin de semana empieza el viernes a medio día.

¿Sigo? El caso es que por algo bien que hacemos pensamos que hemos hecho mucho más. Y las cosas que nos permitimos hacer como «premio a nuestra buena conducta» suele ser algo muy desproporcionado.

Y encima pensamos que ese premio desproporcionado tampoco es tanto. Así que te saltas la dieta varios días seguidos y lo consideras tu única comida trampa.

Entrenas y pasas más tiempo eligiendo la música que haciendo ejercicio. Pero te parece el entreno del siglo y te mereces comerte un buey entero.

Y este es el principal problema por el que no se ven resultados, la falacia de la autoindulgencia. Tú le preguntas a alguien si come bien, duerme bien, hace ejercicio y lleva una vida activa. Y la respuesta es un rotundo y sonoro SÍ.

Siguiente pregunta ¿sueles fallar? Por supuesto que no. Duermo mis 8 horas, como verdura, fruta, ensalada… Entreno duro y no paro en todo el día.

Esa barriga, ese culo, esas caderas, esa falta de tono muscular dicen lo contrario. Pero el problema es que esa persona esta super-convencida de que todo lo hace perfecto.

Solución a la falacia de la autoindulgencia

La única solución es vernos a nosotros mismos de una manera objetiva. Porque decirle a otra persona que nos controle, tampoco funciona.

Esa persona también nos verá de manera subjetiva según su opinión. Es lo mismo, puede que algo mejor o incluso mucho peor.

Entonces si no puedes confiar en ti, y no puedes confiar en otra persona ¿qué puedes hacer? Pues escribirlo. Eso no falla. Los datos escritos son total y brutalmente objetivos. No hay compasión.

Apunta todo lo que te tragues a lo largo del día. Y cuando digo todo, digo todo lo que te tragues. Sea la hora que sea. Y sea lo que sea. No juzgues si debería estar escrito o no. Solo escríbelo.

A ver, cuando digo todo lo que te tragues me refiero a… Bueno, no me refiero a… Te sorprendería la cantidad de fructosa que lleva. Pero ese no es el tema de hoy.

Apunta todo la comida que comas (mejor). Lleva un diario de comidas. Pon el qué, cuando (con hora y todo), y la cantidad lo más precisa que puedas.

Así podrás hacer un repaso al final de semana. Y ahí estará, esperándote. esa bolsa de patatas fritas que te pillaste porque tenias hambre el martes a las 12:21.

Esas 500Kcal a base de sal y aceite de palma que tu cerebro se encargó de eliminar muy convenientemente para ti. Ahí, apuntaico está.

Lo mismo con el entrenamiento. Todo apuntado. Ejercicios, series, repeticiones, rondas, tiempos. Todo, incluso sensaciones. Antes, durante y después.

Si te interesa puede hacer un episodio sobre cuaderno de entreno y cuaderno de comida. Ya sabes, si te interesa, me lo dices.

Conclusión de los sesgos cognitivos

Estos sesgos y algunos otros nos afectan a todos. A unos más y a otros menos. Eso ni tú ni yo lo podemos evitar. Vienen preintalados en el ser humano.

Lo ideal es conocerlos para intentar que no nos jodan los resultados de nuestro esfuerzo. Y no me refiero solo al entreno y la dieta.

Yo te los he aplicado a esto porque es lo mio. Pero nos afectan en cualquier parte de la vida. Como te digo, vienen de fabrica y no los podemos borrar del disco duro.

¿Quieres el cuerpo que te mereces?